SEÑOR DIRECTOR:
En Chile existe la esclavitud. Existe en mayores y menores de edad. Existe fundamentalmente en mujeres, extranjeras, que son engañadas para venir a Chile y que terminan siendo obligadas a ejercer la prostitución: sin horario, sin tiempos libres, sin la más mínima condición de trabajo.
Y cuando una osa intentar escapar, sus captores no dudan en mostrar fotografías de sus familiares en su país de origen, bajo la amenaza de ser de una organización internacional poderosa que puede hacer pagar consecuencias a sus seres queridos.
La esclavitud sexual existe en nuestro país y se le llama “trata de personas”. Hombres, niños, pero sobre todo mujeres son compradas, vendidas con fines de explotación sexual y otras formas de abuso.
Hoy, 30 de julio, la comunidad internacional conmemora el Día Mundial contra la Trata. Conmemorar una tragedia de esta envergadura es una obligación si creemos y queremos que Chile sea un país donde los derechos humanos sean respetados, especialmente en los grupos más vulnerables como mujeres, niños, niñas y adolescentes.
No podemos seguir desviando la mirada, ni basta con abrir los ojos solo por un día y volver a cerrarlos, creyendo que estas son tragedias que solo ocurren en tierras lejanas. No es así. Existe y es deber de todos abrir los ojos y ponernos manos a la obra —sobre todo el Estado de Chile— para que nadie jamás tenga que vivir ni por un día el infierno de ser una víctima de la trata de personas.