Las madres migrantes y refugiadas se encuentran confrontando diversas barreras asociadas con la migración forzosa, la cual se caracteriza por ser una decisión no tomada por elección propia, sino más bien, como resultado de circunstancias que hacen imposible continuar viviendo en su lugar de origen.
Las mujeres jefas de hogar migrantes que tienen a su cargo niñas, niños y adolescentes, enfrentan una serie de desafíos significativos en el cuidado de sus familias, los cuales se ven acentuados por la pobreza multidimensional que según datos de la Casen en estos casos alcanza el 35,3%.
A su vez, un 26,7% de los hogares con madres migrantes jefas de hogar tienen carencia de afiliación previsional, un 43,3% de esos hogares experimenta problemas de habitabilidad, siendo el principal el hacinamiento, y un 15,7% son hogares con personas carentes de ocupación, lo cual sin duda les afecta económicamente.
A pesar de estas dificultades, las madres migrantes y refugiadas continúan demostrando una increíble determinación y resiliencia en la búsqueda de un futuro mejor para ellas y sus familias.
Somos plenamente conscientes y trabajamos por aportar al desafío que conlleva alcanzar una migración ordenada, segura y regular. Junto con esto, invitamos a propiciar una cultura de encuentro y hospitalidad, que nos permita ver que detrás de los números hay rostros e historias que nos impulsan a responder con amor y solidaridad a todas esas madres que, buscando una vida mejor, han elegido Chile como su hogar.