11 de Diciembre, 2020

José Tomás Vicuña, sacerdote jesuita: “Nuestras fronteras se están pareciendo a las de Estados Unidos”

Esta semana dejó su cargo como director Nacional del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) para asumir como capellán de esta organización. Desde su rol evalúa los alcances de la Nueva Ley de Migración y Extranjería y habla de los aspectos que la legislación debiera considerar. Por Carolina Méndez.

La voz calma de José Tomás Vicuña (38) se acelera por un momento. Hace pocos minutos presenció una “dantesca pelea” en su barrio, la población Los Nogales de Estación Central. “Estaba en una feria y un hombre borracho comenzó a amenazar a una mujer; llegaron unos hombres a defenderla. Ante lo cual el agresor tomó una botella, se las tiró y cayó sobre un auto. Ahí salió el dueño y sacó una pistola cargada para amenazarlo”.

-Debe ser fuerte protagonizar escenas diarias así.

-He visto con perplejidad como niños y niñas se mezclaban caminando entre la violencia. En medio de esa pelea la gente seguía como si nada. Nadie escapó o gritó. Fue casi una escena kafkiana, donde la violencia se hace cotidiana en medio de una feria donde todos transitaban.

Hace dos años Vicuña asumió como director Nacional del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), organización católica que protege los derechos de quienes llegan y residen en Chile acompañándolos en su proceso de inclusión social. Desde entonces vive en Estación Central junto a seis miembros de su congregación.  Entre sus vecinos hay chilenos y migrantes que habitan cités. “Es un barrio que está capturado por las drogas. Donde los fuegos artificiales y las balas locas se escuchan todas las semanas”.

Esta semana el sacerdote dejó su cargo en la organización jesuita para asumir como Capellán de la misma entidad. En su reemplazo asumió Waleska Ureta quien es la primera mujer en liderar el SJM en sus veinte años de historia. “Contamos con oficinas en Arica, Antofagasta y Santiago. Este año hemos atendido a más de 22 mil personas y se ha entregado ayuda humanitaria a más de seis mil migrantes. Recién estuve donde un matrimonio que vive en cité con seis hijos. Tienen dos piezas para los ocho. Cuando estás así la calle tiene más seguridad que tu casa. Por eso el anuncio del retroceso de la región metropolitana a la fase 2 será muy duro para la población migrante. Un estudio que realizamos reflejó que el hacinamiento entre los migrantes  es mayor que la chilena”, explica.

El SJM es financiado por aportes privados y fondos públicos (su presupuesto es de un millón de dólares anuales). “Creemos que la Nueva Ley de Migración constituye un paso relevante en la adecuación de una regulación que era insuficiente. Sin embargo, nos preocupa la aplicación de ciertas disposiciones”.

-Este proyecto, que hace siete años se presentó en la primera administración de Sebastián Piñera, contempla la creación del Servicio Nacional de Migraciones, además de 13 nuevos tipos de visa para los extranjeros que ingresen al país, ¿Cuáles son sus aprensiones?

-Hay un punto que debería evaluarse que tiene que ver con el artículo 8 transitorio. Éste permitirá regularizar a quienes estaban en situación irregular y que hayan ingresado por pasos habilitados antes del 18 de marzo, pero no a quienes lo hicieron por pasos fronterizos no permitidos. El ideal es que se cumpla la ley, pero la realidad contrasta la teoría. Cuando has esperado cinco años para reencontrarte con tu familia no querrás volver al país del que huiste.  En los últimos tres procesos, incluso en 2018 con este Gobierno, el Estado chileno contempló la regularización de quienes habían ingresado por pasos no habilitados, siempre y cuando no tuvieran antecedentes penales. ¿Por qué ahora no se realiza lo que ha sido común en procesos anteriores?

“Nunca pensé ser cura”

Tras titularse como ingeniero comercial en la UC, Vicuña ingresó a la Compañía de Jesús (Congregación jesuita) en 2007. Un año antes de entrar al seminario trabajó como ingeniero en la fundación Techo. Esta organización, que está presente en 19 países de América Latina busca superar la situación de pobreza de millones de personas que habitan asentamientos. Esta experiencia fue determinante para decidirse por el sacerdocio. “Nunca (quise) pensé ser cura, pero a los 25 años mientras trabajaba en el Techo noté que algo me faltaba. Quería compartir lo que había aprendido y mi experiencia con quienes más lo necesitaban. No tanto en lo que es dar cosas. A veces muchos regalan lo que les va sobrando en clóset. Soy un convencido que eso de nada sirve si no va acompañado de justicia y cambios estructurales”, relata.

Como sacerdote jesuita le tocó vivir en Lima (entre 2010 y 2011) y trabajar en Valparaíso (entre 2015 y 2017). Además, trabajó en las parroquias La Virgen de Nazareth de Lima (2010-2011),  El Carmen (Arica 2012-2014) y hoy hace misas en la Parroquia Jesús Obrero de Estación Central.

Ex alumno del colegio Verbo Divino, creció a pocas cuadras del colegio de Las Condes.  “Antes de ordenarme jesuita nunca participé en ningún movimiento católico, ni fui cercano a ningún sacerdote. Soy el quinto de siete hermanos. En mi familia hay practicantes, creyentes y ateos. Iba a misa los domingos, era carretero, tuve polola y me portaba muy mal en el colegio, hasta llegué a tener una hoja extra de anotaciones”, cuenta.

-¿Por qué quiso ser sacerdote?

-Si bien en ingeniería comercial hablamos mucho de la pobreza, en el Techo escuché a los más pobres. En lugar de ver números y gráficos pude entrar a sus casas e hice amistades. Estaba ejerciendo mi profesión ahí y sentí el llamado de Jesús para vivir como cura. Para lo cual fueron fundamentales los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola.

-Proviene de un sector acomodado y se insertó en sectores vulnerables, ¿Cómo asumió su nueva vida?

 -Fue un cambio grande. Mi origen proviene de las famosas tres comunas, donde está Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea. Las que se hicieron emblemáticas por imponer el Rechazo para una nueva Constitución. No niego mis orígenes, en parte sigo siendo de ahí. Reconozco que soy un privilegiado y que nunca me ha faltado nada. Pero soy muy agradecido. Compartir lo recibido es un acto de justicia. Una vez un amigo me dijo: “La Compañía de Jesús te lleva a lugares que ninguna agencia de viajes te muestra”. La Compañía me ha permitido ir a cárceles, campamentos, cités; a lugares de exclusión.

-¿Se sintió discriminado en las comunidades marginales?

-Por mis lugares de estudio, profesión, aspecto físico o apellidos varias veces me pre juzgaron sin conocerme. Yo también he presenciado los prejuicios en la población migrante. A los migrantes le pesa que en Chile segreguemos; que siempre preguntemos en qué colegio estudiaste o dónde vives para entender tu mapa social. A muchos migrantes por venir de un determinado país les pedimos ciertas cosas. Si es de Perú, tiene que ser bueno para la cocina, pero quizás a esa persona no le gusta cocinar.

“Me hice consciente de mis racismos

Vicuña ha visitado en varias oportunidades las fronteras nortinas chilenas. “En Arica y Tacna hay extranjeros ingresando a Chile por tren y por mar. Otros se han perdido en el desierto. Nuestras fronteras se están pareciendo cada vez más a las de Estados Unidos. Hay redes de tráfico; niños y niñas que entran por pasos no habilitados. Ha habido muertes los últimos años. He escuchado el testimonio de mujeres que han sido violadas. Cruzar por el desierto o el mar, quiere decir que eso es menos peligroso que vivir en el país de origen”.

-El subsecretario del interior Juan Francisco Galli informó que entre enero y agosto de este año más de cinco mil personas ingresaron al país por pasos fronterizos no autorizados. Además, en estos tres últimos años aumentó el número de venezolanos que entraron por esta vía. ¿Cómo ve la situación?

-Es más, solo entre 2018 y 2020 ha habido más de 21 mil ingresos por pasos no habilitados. La mayoría son venezolanos. En 2017 hubo nueve ingresos de venezolanos y este año van casi 4500. Esto pasa porque la situación en Venezuela es cada vez más grave. Esto hará que las entradas a Chile por pasos fronterizos no autorizados sigan aumentando. Si uno evalúa que la gran mayoría que ingresa por esos accesos son venezolanos, hay que levantar una alerta y evaluar las medidas. Se está haciendo caso omiso a lo que la realidad muestra. Venezuela vive una crisis humanitaria y se está abordando desde una perspectiva migratoria. Pero esto requiere medidas regionales con perspectivas humanitarias. ¡Los venezolanos no están migrando a Chile,  están huyendo!

-Con esta ley los migrantes podrán acceder a beneficios fiscales cuando tengan 24 meses de residencia. Sobre lo cual varias organizaciones migrantes no están de acuerdo. ¿Cuál es su postura?

-En el proceso de tramitación se logró un gran paso, que fue excluir a niños, niñas y adolescentes en este artículo. Pero ¿por qué alguien que está desde el día uno con rut, contribuyendo con impuestos deberá esperar dos años de residencia? ¿Te imaginas que a un chileno le exijan 24 meses de trabajo para recién poder acceder a un beneficio?

-¿Qué rescata de la nueva legislación de migración?

-Hay varios aspectos. Se crea el Servicio Nacional de Migraciones que tendrá mayores recursos para ser más eficiente. Hoy un extranjero se puede demorar hasta más de dos años en renovar sus documentos. Un chileno, en cambio tarda días en obtener su cédula de identidad. Existirán trece tipos de visas lo que refleja la diversidad de opciones por las cuales las personas pueden migrar. Habrá un Consejo de Política Migratoria compuesta por ministerios y municipios, lo que dará una mirada más amplia. Además, más universidades tendrán la posibilidad de convalidar o revalidar títulos.

-¿Cuál es la lección que le dejó estos dos años a cargo del SJM?

-Me hice más consciente de mis racismos. Crecí en un contexto mirando a personas de ciertos países desde un puesto de poder. Además, he sentido mucha angustia viendo como cientos de venezolanos dormían en carpas en Chacalluta y Tacna. Me dolió saber que Chile fue el único país que devolvió migrantes a Haití. Se fueron más de mil. El Gobierno lo mostró como un hito, pero para mí eso fue una vergüenza. Deberíamos aprender por qué no fuimos capaces de hacer un plan de inclusión para ellos. ¡Eran menos de 1500! Esos años se habló mucho de ordenar la casa, pero no de construir un hogar. Recientemente se realizó un punto de prensa para mostrar la deportación de un grupo de extranjeros que representó el 0,01% (por ciento) de la población. ¿Por qué no hacer puntos informativos con el inmenso aporte que hace al país el 99% restante?

Fuente: La Segunda.

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