El programa Migración y Escuela (MyE) a lo largo de este año 2020 enfrentó importantes desafíos ligados a la pandemia del Covid-19, ya que sus acciones implicaban la presencia de la comunidad educativa.
De ahí que el trabajo en las ciudades de Antofagasta y Santiago, “debió flexibilizarse y ajustarse a la realidad del contexto sin clases, enfocándose en apoyar a las escuelas y liceos en las diversas necesidades que iban surgiendo para las familias migrantes y refugiadas como consecuencia de la crisis sanitaria”, explica Linda Castro, responsable del programa en Antofagasta.
La iniciativa, nacida en 2017 y que busca avanzar hacia la conformación de escuelas interculturales, se realizó durante 2020 en cuatro escuelas y liceos favoreciendo este año a 3,163 niños. “La principal situación que emergió este año fue la vulnerabilidad y pocas redes de apoyo institucionales para las familias debido a su estatus migratorio irregular; lo que impidió el acceso a beneficios sociales y bonos. Como respuesta, trabajamos en la creación de material informativo sobre los procesos migratorios, vías de regularización, instituciones encargadas y la importancia de que los niños, niñas y adolescentes cuenten con documentación al día, para acceder a beneficios y a sus derechos”, señala Castro.
El valor de la compañía y apoyo
MyE también se encargó de crear documentos para acompañar a las familias en el tiempo de confinamiento (Consejos para una buena cuarentena en familia) y que permitieran continuar con el trabajo en torno a las prácticas interculturales (Revista Interculturalidad al interior de nuestras casas). Otra de las acciones fue la entrega de ayuda humanitaria para familias pertenecientes a escuelas del territorio y algunas más de escuelas extraterritoriales con las que se había trabajado anteriormente, gestión que al implicar el trabajo conjunto con las escuelas generó un importante vínculo entre éstas. Esta acción incluyó atención directa a los beneficiarios, en un espacio que permitió conocer directamente de ellos y ellas los desafíos que enfrenta la población migrante. Mediante la atención social a casos derivados de las escuelas, sobresalió también la necesidad no sólo informativa, sino también de acompañamiento emocional ante los efectos de la migración y las consecuencias de la crisis sanitaria.
Es así como, el Conversatorio Nacional, realizado en diciembre y que dio cierre al programa MyE, fue un reflejo del año de trabajo. En la actividad, en la que participaron como expositores actores del Liceo Politécnico Los Arenales y la Escuela Juan Pablo II por parte de Antofagasta, y las escuelas San Alberto y Humberto Valenzuela García de Santiago, “se destacó que la situación más compleja es la falta de redes de apoyo familiares e institucionales, algo que repercute en la calidad de vida de las familias migrantes, generando un sentimiento de soledad y exclusión frente a la información; esto llega a influir incluso en el estatus migratorio. Y es que muchos desconocen los trámites y las organizaciones que les pueden apoyar en ello, aumentando su vulnerabilidad, puesto que al estar en esta situación migratoria, existen menos oportunidades y acceso a beneficios sociales”, apunta la experta del SJM.
Debido a lo anterior, muchas familias de niños integrantes del programa MyE, a pesar de su condición vulnerable (sin empleo o con empleos informales) no recibieron aportes del Estado por no encontrarse en el Registro Social de Hogares. Por ello los establecimientos y el programa se centraron en en brindar acompañamiento a las familias, realizando diferentes labores como campañas solidarias para la recolección y entrega de alimentos; entrega de chips con megas de internet para facilitar la conexión (ya que muchos no tenían las herramientas y condiciones necesarias para las clases virtuales); creación de cápsulas informativas y espacios de contención emocional, para hacer frente al estrés generado por el contexto.
En este contexto, los docentes y equipos que asistieron al Conversatorio de MyE coincidieron al subrayar que “el Estado hasta el momento no está respondiendo a las realidades de la población migrante y es por ello que la escuela se hace cargo y es quien activa redes, sin olvidar además que para el ejercicio del Derecho a la Educación se requiere la garantía de los demás derechos”.
A ojos de Milena Collazos, responsable del Programa en Santiago “los retos enfrentados este año no se modificarán en gran medida para el 2021, así un desafío importante seguirá siendo instaurar la interculturalidad desde la articulación colaborativa con otras redes, buscando una real inclusión, defensa y promoción de los derechos humanos. Además de ello se planteó la interrogante de cómo continuar con las acciones realizadas sin que su eje sea el asistencialismo”.
Por último, los asistentes a este hito de cierre, junto a SJM, valoraron como un gran logro el haber llegado a más escuelas, más familias y estudiantes gracias a la virtualidad, cuestión que evidencia la importancia de contar con el material digital.