“Los conflictos, desastres naturales o más sencillamente la imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la propia tierra de origen, obligan a millones de personas a partir”. “Los migrantes no son invasores”. “Bienvenida sea la acción de quienes no se limitan a observar, a criticar desde lejos, sino que se implican, ofreciendo un poco de su tiempo, de su ingenio y de sus recursos para aliviar el sufrimiento de los migrantes, para salvarlos, acogerlos e integrarlos”. “A la globalización del fenómeno migratorio hay que responder con la globalización de la caridad y de la cooperación, para que se humanicen sus condiciones”.
Hacemos eco de estas y otras intervenciones del Papa Francisco sobre migración, que interpelan nuestras conciencias y acciones. Aprendiendo de Jesús, el Papa promovió una cultura del encuentro: una manera de vivir en sociedad que se basa en el diálogo, la acogida, la apertura al otro y la búsqueda de una convivencia fraterna y solidaria, invitando a superar la indiferencia, el prejuicio y la exclusión, promoviendo un estilo de vida donde se valore la diversidad y se reconozca al otro -especialmente al más vulnerable- como un igual, como un hermano o hermana. Este planteamiento no es contradictorio con la búsqueda de una migración ordenada, segura y regular.