En esta nueva conmemoración, es importante conocer la calidad de vida de las mujeres migrantes que han llegado a Chile, conocer cómo viven su vida y cuál es la realidad a la que se enfrentan en territorio nacional. Algunas cifras revelan los niveles de hacinamiento en sus viviendas, sueldos por debajo de la media y falta de acceso a oportunidades de desarrollo y crecimiento, entre otras cosas.
Los resultados de la última encuesta Casen, muestran que su calidad de vida es precaria, evidenciando importantes brechas entre la población nacional y la extranjera. Un 37,4% de mujeres extranjeras, indicó haber sentido hambre y no poder comer por falta de dinero, en comparación a un 21,3% de mujeres chilenas. En cuanto a las condiciones de habitabilidad, las extranjeras tienen una tenencia formal de vivienda, cuyo porcentaje es un 64,9%, cifra menor que en el caso de las mujeres chilenas que alcanzan el 79,5%.
Si hablamos de hacinamiento, los resultados también son similares. La muestra revela que las mujeres extranjeras enfrentan condiciones de vivienda más desfavorables que sus contrapartes chilenas. El 79,2% de ellas vive en hogares no carentes de hacinamiento, porcentaje ligeramente superior al de los hombres extranjeros (78,5%), pero inferior al observado en mujeres chilenas (94,7%) y hombres chilenos (94,7%).
Lo anterior puede estar directamente relacionado con las trabas que muestra la institucionalidad y que no permite a las personas extranjeras regularizarse y acceder a mejores condiciones de vivienda, trabajo o crecimiento económico.
En cuanto al ámbito laboral, una investigación realizada por el sistema de Inteligencia Artificial de Teamwork, una empresa líder en gestión de personas y reclutamiento en el país, revela que existe una importante brecha entre hombres y mujeres, puesto que solo el 42% de la fuerza laboral migrante corresponde a mujeres.
Otro estudio realizado en 2023 por la Fundación PRODEMU junto a Hola América, a través de sus redes de colaboración con entidades pro migrantes, que alcanzó a 574 personas migrantes distribuidas en tres macrozonas: norte, centro y macrozona sur, determinó qué un 98,8% de los encuestados se identifica como mujer, con un promedio de edad de 38 años, un 47,4% tiene estudios superiores, un 38,7% cuenta con educación media completa y un 11,7% solo educación básica completa.
El estudio también identificó que entre las principales dificultades que tienen las mujeres migrantes para insertarse socialmente, se mantiene la regularización migratoria, las labores de cuidado y no contar con redes de apoyo, ya que esto determina especialmente el tipo de trabajos a los que pueden optar, por lo que el principal obstáculo sería la poca compatibilidad de los horarios laborales y los tiempos en los que sus hijos e hijas deben asistir a clases.
En esta línea, el 69,2% de las encuestadas declaró estar trabajando de forma remunerada. Sin embargo, un 75,1% reportando ingresos menores a $500.000, y mientras un 38,5% indicó tener contrato indefinido y un 29% reportó trabajar sin contrato. Además, un 46% de las encuestadas indicó no encontrarse cotizando en ningún sistema previsional.