Señor director:
Haciendo memoria del Hijo de Dios nacido lejos de su hogar, redescubrimos una mirada fraterna hacia las hermanas y hermanos desplazados que migran a Chile con la esperanza de poder vivir en paz.
Son miles las familias que han llegado huyendo de dictaduras y de crisis sociales gravísimas, como lo hicimos en otros tiempos los chilenos. Otros han migrado movidos por el legítimo derecho de la oportunidad a una vida mejor para sus hijos, como lo hicieron también nuestros padres. Muchos ingresaron irregularmente como una medida desesperada y desde el primer minuto demostraron su intención de ponerse a disposición del Estado, mediante la autodenuncia, el empadronamiento y el cumplimiento de cada trámite migratorio. En medio de la pobreza y la incertidumbre cotidiana perseveraron por años en la incierta búsqueda de un empleo formal y en el cumplimiento de sus roles parentales demostrando un genuino arraigo a nuestro país.
Pero estas familias están en riesgo. Alertamos respecto de los miles de niños, niñas y adolescentes, que están sufriendo las peores consecuencias de la situación migratoria irregular de sus padres y de la dilación de los propios trámites migratorios. Se enfrentan a la posibilidad legal de quedar sin cobertura escolar o de llegar a los dieciocho años sin haber logrado regularizarse tras años de trámites. Sabemos que esto empuja a la desescolarización y a los riesgos del trabajo informal, al abuso de la trata de personas, e incluso a su eventual captura por el crimen organizado. Es un circuito similar al que muchos jóvenes chilenos se han expuesto y que tenemos el deber moral de revertir.
Por ello, nos alegra la noticia de que el gobierno haya abierto la alternativa de una regularización acotada a tantas personas que no han delinquido y que honestamente buscan vivir en nuestro país demostrando su arraigo. Nos urgen los diálogos necesarios para que, salvaguardando la soberanía y el cumplimiento de la ley, se asegure el derecho al refugio, a la especial protección de la niñez y de otros grupos particularmente vulnerables. Fortalezcamos de este modo la consolidación de una migración segura y regular que aporte a la convivencia en paz para los habitantes de nuestra patria.